Lola Álvarez Bravo
Dolores Martínez de Anda se casó en 1922 con Manuel Álvarez Bravo y junto a él tomó sus primeras fotografías. Separada de su esposo —de quien conservó el apellido—, inició su vida profesional en la revista El Maestro Rural, en la que colaboraba con fotos y fotomontajes. Después, y hasta finales de los años sesenta, se desempeñó como jefa del Departamento Fotográfico del Instituto Nacional de Bellas Artes. Realizó trabajos por encargo —como la reproducción fotográfica de la sillería del Generalito, en el Colegio de San Ildefonso— y se hizo fotorreportera: “Yo era la única mujer que andaba brincando con una cámara en las calles, en los desfiles deportistas y del 16 de septiembre, y todos los reporteros se burlaban de mí”. En un medio eminentemente masculino, su carrera se desarrolló un poco a contracorriente y se extendió por cinco décadas, durante las cuales fotografió una amplia variedad de temas, experimentó con distintas técnicas y produjo una obra que, a decir de Olivier Debroise, “es tan extensa como multifacética […] debe insertarse en una corriente que se relaciona temática y estilísticamente tanto con el modernismo fotográfico como con la llamada Escuela Mexicana de Pintura”. En 1955 formó parte de los expositores de The Family of Man, del Museo de Arte Moderno de Nueva York, y en 1964 presentó su primera exposición individual en el Museo del Palacio de Bellas Artes, en la capital mexicana. En 1992 el Centro Cultural Arte Contemporáneo exhibió en la ciudad de México su gran retrospectiva Lola Álvarez Bravo. Fotografías selectas 1934-1985. |